16.2.16

Centro europeo de la piel de calidad, Taller 9s arquitectes

Fuente: Taller 9s arquitectes
Fotografía: Adrià Goula via afasia



El proyecto plantea la rehabilitación integral de dos curtidurías situadas en el barrio industrial del Rec (“acequia” en catalán). El barrio crece en forma de huso a lo largo del trazado de la antigua acequia, al sur de la ciudad de Igualada y su configuración responde a un paisaje urbano industrial, formado por fábricas de curtidos de piel, establecidas desde el siglo XIV.


Nuevos usos para un antiguo barrio

El proyecto se emmarca en una operación estratégica de ciudad que quiere aprovechar los activos patrimoniales del barrio con objetivos económicos y turísticos. Su rehabilitación quiere ser un primer paso en la regeneración del barrio, creando un espacio de difusión del curtido que explique esta indústria en el siglo XXI, como complemento al vecino museo de la piel, que a su vez se convierta en un espacio de referencia de la piel a nivel europeo para profesionales y diseñadores vinculados a este sector productivo. El edificio no sólo alberga al centro de la piel de calidad, sino que da respuesta a un programa triple, junto con la oficina técnica municipal para la rehabilitación del barrio y en un futuro próximo, con un bar-cafeteria. Los tres usos deben funcionar de forma autónoma, sin interferencias.

Una intervención de mínimos que debe ser modelo

Las curtidurías Bella y Bernadas, de propiedad municipal, son dos ejemplos modestos de la arquitectura del barrio, sin destacado valor patrimonial, pero que representan un ejemplo de la tipología propia de este enclave urbano, con un importante valor desde el punto de vista social y de memoria histórica. Y por todo ello, esta primera intervención pública debe erigirse como una operación modelo para futuras intervenciones. El proyecto parte de la necesidad de poner en marcha el edificio con una limitación presupuestaria exigente, prefijada e invariable: 750.000 euros. Con este presupuesto máximo debía plantearse una intervención con el objeto de poner en uso la mayor parte del edificio.

Religar el museo para tejer ciudad

La rehabilitación de las curtidurías no se plantea como la simple rehabilitación de un edificio aislado, desvinculado de su entorno urbano. Su rehabilitación, que desde un punto de vista funcional, completa el Museo de la Piel, desde un punto de vista urbano ayuda a religar los diferents edificios del Museo comarcal (Cal Boyer y Cal Granotes) y dota la ciudad de un importante polo de atractividad. No se quería ni un edificio cerrado ni volcado al patio compartido con Cal Boyer, sino un edificio-puerta, un edificio-cancel, que tanto desde su permeabilidad física como a partir de la disposición del programa, permita y genere un recorrido museográfico que haga participar al propio espacio urbano.

Abrirse a la acequia para construir paseo

Los edificios de las curtidurías Bella y Bernades se situan al pie del Rec. El proyecto plantea a su vez su apertura al Rec y la relación directa con el espacio público adyacente, para que el nuevo equipamiento ejerza de motor en la recuperación de la acequia como eje cívico, como paseo urbano vertebrador del recuperado barrio. Se derriba el muro que encierra el patio, para convertirlo en el elemento clave de la relación del edificio con el espacio libre circundante.

Por fuera, dignificar el paisaje urbano

La rehabilitación del edificio no se entiende desde un punto de vista de restauración estricta del existente. La fuerte presencia de unas medianeras mudas, sin calidad, obligaron a plantear una intervención más ambiciosa, con el objetivo de integrar el edificio de manera digna en el paisaje urbano próximo y dotar el edificio del carácter de representatividad que se exigía para el nuevo uso, y siempre de forma coherente con sus valores patrimoniales. Se acaba de vestir el edificio por el exterior para dotarlo de las prestaciones adecuadas de impermeabilidad y aislamiento, proteger las medianeras y responder al paisaje del barrio, donde muchas curtidurías conservan aún su revestimiento. Asimismo se resuelve la posibilidad de plantear una ocupación interior por fases. Se devuelve a las fachadas su estado original: se recuperan las dimensiones y el ritmo de vacíos y llenos, se colocan nuevas carpinterías y celosías de madera. Se apuesta por un doble cromatismo, con los colores propios del barrio (ocre y mangra) que explican que el conjunto está formados por dos edificios.

Por dentro, explicar tiempo y memoria

Se conserva los elementos constructivos preexistentes y el conjunto de paramentos tal y como se encontraron, con o sin revestimiento, convenientemente saneados. La historia de un edificio fabril como éste se expresa en su interior, donde la variedad de soluciones constructivas, simples y funcionales, la presencia de refuerzos y aperturas que resolvían las necesidades de cada momento, las heridas en los muros…explican su crecimiento y transformación a lo largo del tiempo. Y en este sentido, la intervención busca preservar esta memoria física, evitando emascarar, rascar, pulir… La intervención sobre la estructura existente (techos, muros…) se plantea como una operación de mínimos, partiendo de la necesidad de aprovechar al máximo todos los elementos existentes, reforzándolos, si era necesario, con soluciones fáciles y económicas. Con este objetivo se estudia en detalle la respuesta y el funcionamiento de todos los elementos para buscar la solución más eficiente y óptima para cada uno de ellos. Los nuevos refuerzos se expresan de forma sincera, siendo la expresión de una fase más de la transformación funcional del edificio, de la misma manera que lo son los refuerzos preexistentes, que no se esconden ni disfrazan.

Para el nuevo programa, superponer cajas

Se respeta la configuración espacial de los edificios y no se desvirtua la secuencia de espacios y ‘naves’ que los estructuran. Se evita partir o fusionar espacios, desconfigurar la estructura muraria y modificar la pendiente de los forjados propia de la tipología de curtiduría. Con el objetivo que el visitante entienda el crecimiento del edificio a partir del reconocimiento de sus trazas y configuración espacial. Para la colocación de los espacios servidores que requería el nuevo programa (despachos, servicios, instalaciones, etc.), elementos discordantes con los espacios existentes, y que podían desvirtuar sus calidades, se diseñan un conjunto de ‘cajas’ que se insertan en la estructura actual, sin tocarla ni fagocitarla. Estas cajas de madera, reproducen el sistema constructivo de los antiguos tendederos que colonizaban el interior del edificio, y permiten resolver los requisitos específicos a nivel de paramentos, instalaciones, etc. del programa servidor.

Materiales modestos e instalaciones vistas

En la elección de de materiales y sistemas constructivos se apuesta per soluciones simples y de fácil ejecución. Las paredes interiores se dejan como estaban y los pavimentos se plantean de hormigón, a imagen de cualquier espacio industrial. Para las cajas se apuesta por un sistema prefabricado de paneles, montado en seco, ejecutado con materiales de bajo coste, de fácil reciclabilidad. Las carpinterías se diseñan austeras, de la madera de pino ya presente y para las fachadas se apuesta por técnicas tradicionales mejoradas, a base de un revestimiento aislante a base de cal. El conjunto de instalaciones que discurren por el espacio histórico, se expresan vistas, de manera que aparecen como elementos superpuestos sobre las estructuras previas.

Año: 2013-2015
Superficie: 1.059m2
Ubicación: Igualada, Barcelona
Presupuesto: 750.000€ (con iva)




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