Un recorrido a través de 168 postales de las cerca de los dos millares que compusieron la colección de Le Corbusier, en diálogo directo con otras fuentes de que el arquitecto suizo se sirvió a lo largo de su vida para crear uno de los lenguajes más definitorios de nuestra modernidad.
Le Corbusier comienza a coleccionar tarjetas postales alrededor de 1907 y continuará haciéndolo durante toda su vida, alcanzando unos 2.300 ejemplares. Por primera vez, esta exposición revelará al público el valor de un material que el arquitecto siempre conservó en la intimidad de su apartamento, sin aportar ninguna reflexión o pensamiento al respecto. A través de sus ojos, las postales adquieren su verdadero significado como instrumento de investigación y de aprendizaje, como un medio para la fantasía y la liberación. Más allá de su papel como un soporte capaz de fijar memorias y experiencias, éstas se convirtieron en una referencia emplazada en el centro de una constante y particular dialéctica entre el mundo real y sus propios logros, a caballo entre la tradición y la modernidad, poniendo de relieve su capacidad de síntesis.
Conservadas en los archivos de la Fondation Le Corbusier, siempre han permanecido relegadas a un segundo plano, sin ser objeto de un estudio particularizado. Luis Burriel Bielza, comisario de la presente exposición, ha abierto una nueva dimensión en esta inagotable mina que todavía hoy constituye el trabajo del arquitecto. Una aproximación original, que mediante sutiles evocaciones traza un camino a través de una pluralidad de hipótesis que pone al descubierto los motivos, las razones y los objetivos de esta colección desde la perspectiva de un genio que revolucionó la arquitectura y el urbanismo del siglo XX. Este análisis ofrece una mirada espontánea, fresca y renovada sobre la extensa y multidisciplinar obra de Le Corbusier, estableciendo vínculos entre diferentes medios de trabajo, al tiempo que permite una relectura de sus fuentes de inspiración.
El valor de esta compilación no descansa tan sólo en un ejemplar en particular, sino más bien en su posición dentro de una extensa red de conceptos e intereses que lo ponen en resonancia con el resto de la colección, y más aún, que lo hacen vibrar con toda una serie de documentos como croquis, cuadros, textos, fotografías y proyectos, todos realizados por el propio Le Corbusier. Más que proponer una “clasificación” en el sentido estricto, la exposición ofrece un “ensamblaje poético”, una jerarquía difusa y abierta que permita organizar todo este material en torno a una serie de esferas cuyos límites porosos facilitan un intercambio activo. Frente a la ausencia de indicaciones del arquitecto, aquí nos vemos enfrentados a una topografía de imágenes que logra poner de manifiesto conexiones específicas entre aproximaciones aparentemente segregadas.
Exposición abierta hasta el 5 de abril de 2015 en Centro Centro. +info
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