Fotografía: Fundación Alejandro de la Sota vía archdaily
Coincidiendo con el año centenario de varias de las figuras más representativas de la arquitectura moderna española de siglo XX, A.Bonet i Castellana, J.A Coderch, A. de la Sota, A. de Moragas y J. Pratmarsó i Parera; hoy os acercamos una de las obras más significativas de la producción arquitectónica del arquitecto nacido en Pontevedra Alejandro de la Sota (1913-1996), el Gimnasio del colegio Maravillas de Madrid.
Tras el paro de las obras del proyecto aprobado en abril de 1959 y llevado a cabo por Alfredo Ramón-Laca, de la Sota recibe el encargo con la necesidad de, dadas las exigencias geométricas del solar, de forma irregular y de una diferencia de nivel de 12 metros entre las calles limítrofes; dar respuesta a la compleja situación urbana y optimizar la funcionalidad del centro docente.
La decisión que determina la totalidad de la obra es, en contraposición con la solución aparentemente más económica de cubrir el espacio del gimnasio a través de una estructura ligera y de las menores exigencias de carga posibles; invertir el orden en sección del programa para, una vez continuada la decisión de construir un semisótano bajo rasante, situar parte del programa docente y el patio exterior sobre el propio espacio libre de la pista deportiva.
De esta manera, la solución estructural y arquitectónica van de la mano para, una vez definidas las cerchas que cubren los 20 metros de luz libre, dar cabida en el grueso constructivo de las mismas a locales y aprovechamiento de la propia sección estructural para todo tipo de salas y aulas.
La configuración del espacio queda determinada por la única posibilidad de introducir luz en el interior a través de la fachada sur; de manera que tanto la pista deportiva como las dependencias sobre el mismo espacio libre, que no entran en contacto con la fachada, disfrutan de la misma entrada de iluminación natural.
La imagen exterior del edificio queda compuesta por la utilización de paños de ladrillo y una retícula metálica y de vidrio se adaptan a la topografía y a la respuesta urbana; mientras que en el interior la estructura, la madera, y los paneles tanto transparentes como opacos de las aulas sobre la pista otorgan calidez a los ambientes.
El cuidado de la sonoridad tanto interior como exterior, la seguridad de disponer de ventilación cruzada natural constante, el estudio de incidencia solar; y la disposición del patio exterior encima de todo dan lugar a una de las obras más celebradas de la segunda mitad de siglo.
Año: 1960-1962
Superficie: 5775m2
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