Quizás sea el momento de dejar de buscar culpables. Hemos llegado a una situación penosa. Situación en la que muchos se recrean y parece que cuanto más rotundas y duras resulten sus palabras, más razón tienen en acusar a "aquellos que lo han hecho mal". Ya no es el primer texto que presenta una revista de 'arquitectura' con un mensaje demoledor, parece como si nadie pudiese salvarse, y sin embargo finalmente y antes de dar paso a las obras que se presentan. Toda esa desgracia que algunos se esmeran en describir sin dejar nada por barrer, se desvanece para dar paso a "lo bueno".
¿De qué sirve buscar culpables? ¿Los acusamos ante un tribunal por haber destrozado el paisaje?
Quizás ha llegado la hora de dejar de derrochar esfuerzos en esa búsqueda de culpables que para algunos es, o al menos eso parece, incansable.
Quizás sea el momento de volver a empezar. Hoy volvemos a las aulas los estudiantes de arquitectura. Para nosotros, ¡A ver qué hacéis! ¡Esto ya no es lo que era! ¡Tenéis que salir como sea! Son frases que he oído con más frecuencia de la deseada este verano. Prefiero quedarme con las de aquellos que dijeron ¡Os toca reinventaros! ¡Estáis preparados y tenéis medios más que suficientes!
Las escuelas de arquitectura tienen tumores que han producido tal metástasis que han contaminado hasta el último rincón, sin embargo por suerte aún queda algún órgano a salvo, otros hace tiempo que dejaron de funcionar de manera efectiva.
Propongo dejar atrás esas acusaciones. Es hora de volver al trabajo, con nuevas intenciones y nuevas situaciones. Y de hacer nuevos proyectos, leer otros libros, revisar nuestros cuadernos de verano. Volvemos a vernos las caras. Por eso y por muchas cosas más, hoy todo es ilusión.
¿Qué es sino la arquitectura? Es la ilusión de un arquitecto por crear atmósferas, por proporcionar espacios para la vida, por construir ciudad y una lista interminable que cada uno tiene en su cabeza porque cada cual entiende la arquitectura a su manera.
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