Compartimos hoy con vosotros uno de los últimos ejemplos más significativos de cómo una película puede relacionar, por su discurso e imaginario, tanto alardes de arquitectura como de fotografía en una producción cinematográfica.
The Grand Budapest Hotel cuenta la historia de Gustave H., el conserje en un legendario hotel en la Europa del este y su amistad con una joven empleada que se convierte en su protegida de confianza. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una importante y valiosa pintura renacentista, la batalla por la enorme fortuna de una familia y los levantamientos lentos y repentinos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo 20.
El juego en el cambio constante de la perspectiva, la recreación del propio hotel y otros espacios con una estética marcada de los años 30; y la recreación del contexto social y político del período de entre guerras singularizan esta particular creación del director Wes Anderson.
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