Fotografía: Montse Zamorano
La Escuela de Vela del Real Club Marítimo de Sotogrande se sitúa en una posición privilegiada: entre la playa de los catamaranes y el puerto deportivo.
El proyecto se vincula al espigón de piedra que recorre longitudinalmente el paseo al norte de la playa y pretende levitar sobre el suelo, apoyándose en la arena, ligero, como si de un catamarán se tratase. Las reducidas dimensiones de la escuela y de sus dependencias de servicio hacen necesario interponer entre la construcción y la playa un elemento de mayor tamaño que permita que ésta sea vista desde lejos, convirtiéndola en un hito construido junto a la bocana del puerto. La pérgola, que se coloca delante del edificio, unifica asimismo todas las partes del proyecto y crea un umbral en sombra que protege los espacios previos a la construcción de la exposición directa del sol en su frente sur.
El edificio, que presenta así propiedades diversas en su frente y espalda, está compuesto de dos partes diferenciadas: por un lado, el volumen construido alberga la oficina de la escuela de vela, el aula de socios, el pañol de vela y los vestuarios; por otro, la pérgola situada al sur crea una habitación al aire libre que permite disfrutar del paisaje desde la sombra.
Con un marcado carácter náutico por su ligereza y aspecto, el edificio se sitúa sobre la arena ligeramente elevado en una posición dominante sobre el paisaje. El aula de socios es un espacio pasante que vincula visualmente el puerto y la playa, y a través de la cual corre la brisa marina ofreciendo a los usuarios un espacio de sobra y frescor en prolongación con el umbráculo exterior.
Los accesos al edificio se producen de forma diferenciada. El pañol de vela, los vestuarios y las oficinas disponen de entradas por los laterales y la parte posterior del edificio, mientras al club social se accede por el frente, desde el umbráculo y en continuidad con la plataforma exterior.
El edificio se construye mediante una estructura de acero galvanizado atornillada y sin soldaduras en obra, que de manera ordenada crea una serie de ritmos en las fachadas potenciando su carácter náutico y ligero. La sala de socios se abre a norte y a sur mediante paños de vidrio, practicables hacia la playa, que permiten la continuidad espacial así como la ventilación cruzada. El resto de cerramientos, tanto en paredes suelos y techos, se realiza mediante paneles de cemento y viruta de madera que aseguran la durabilidad y el comportamiento del edificio ante las inclemencias meteorológicas y la crudeza del mar. Asimismo, la pérgola situada al sur se construye con una estructura metálica, igualmente galvanizada, y un sistema de tensores que soporta una cobertura de cañizo en consonancia con el lugar.
Bajo dicha pérgola, o desde el interior de la sala social, el mar y el Peñón de Gibraltar se convierten, enmarcados, en protagonistas.
Año: 2012-2013
Superficie: 145m2
Presupuesto: 75.000 euros
Emplazamiento: Playa de los Catamaranes, San Roque, Cádiz
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