La residencia diseñada para el coleccionista y comerciante de arte Louis Carré y su esposa es considerada una de las obras más significativas y conocidas del arquitecto finés Alvar Aalto (1898-1976) tanto por su elegancia y carácter como por su relación con el entorno en que se sitúa.
Tras comentar con sus compañeros y colegas a quién encargar el proyecto de su futura vivienda, incluso descartando a su amigo Le Corbusier por sus reticencias hacia el hormigón; Carré conoce a Aalto en la Bienal de Venecia de 1956, donde el arquitecto presenta el Pabellón de Finlandia, para asegurar una amistad y relación profesional que perduraría a lo largo del tiempo.
Una vez visitado el emplazamiento junto con Elisa Aalto en un viaje a Francia, el maestro finés queda prendado de la topografía y de las vistas que ofrece el paisaje para la construcción de la vivienda. En consonancia con el solar y con el fin de privatizar la llegada a la vivienda y su lectura; el único volumen de cubierta inclinada a 1 agua se sitúa a lo alto de la colina ofreciendo una imagen de elegancia y control.
Tal y como también se lleva a cabo en la Villa Mairea, la planta de la vivienda divide el programa de vida privada y vida pública, resultando el nexo entre ellas el espacio expositivo junto al acceso que destaca por la definición orgánica del falso techo de madera.
El uso en fachada de sobra de fábrica en acabado blanco y piedra natural propia de la zona, así como de madera de pino en los interiores, acabo por caracterizar la vivienda.
La Maison Carré pasa a ser monumento histórico el pasado 5 de julio de 1996.
Ubicación: Bazoches-sur-Gayonne (Yvelines), París
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